Colombia ha sido el país más establemente conservador de América del Sur. Tanto que ha habido ocasiones -la última en 2008 tras la elección del obispo Fernando Lugo en Paraguay- en que el de Bogotá ha sido el único gobierno de derecha en toda la subregión. Esto se fundó en la primacía de los partidos liberal y conservador que alternándose condujeron al gobierno durante un siglo y medio, entre la segunda mitad del XIX y todo el XX, llegando incluso a establecer un pacto de alternancia entre ellos – el Frente Nacional- de los años 1958 y 1974.
Semejante situación ha originado un conjunto de rasgos diferenciales que conviene recordar para entender la situación actual:
1. Colombia se organizó como hoy la conocemos en 1830, al ponerse término a la llamada Gran Colombia, creación de Bolívar -1819- que sumó a Venezuela, Panamá, Ecuador y Colombia. A partir de entonces el país tuvo una neta primacía política de los grandes latifundistas que en el siglo XX se fueron combinando con industriales y banqueros para ejercer el poder.
2.Lo anterior no evitó la frecuente ocurrencia de conflictos civiles. Sólo en la segunda mitad del siglo XIX, el historiador Javier Ocampo reconoce la existencia de 52 guerras civiles, cerrándose esa centuria con la “Guerra de los mil días” que se extendió desde 1899 al 1902, destruyendo materialmente el país.

3.Con todo, el proceso de mayor magnitud y duración se produjo en 1948, justo en los días en que en Bogotá se realizaba la Conferencia que estableció la OEA. En medio de ella, tuvo lugar el asesinato del principal líder político del país, Jorge Eliécer Gaitán, que en ese momento iba a ser elegido con seguridad presidente del país al año siguiente. Desde entonces la guerra civil tuvo, hasta la negociación del proceso de paz con las FARC -2012- diversos episodios, pero una gran continuidad.
4.Esto multiplicó el número de víctimas que hicieron más complejo su manejo político. Al llegar el presidente Santos al poder y convocar a las negociaciones de paz -2010- las victimas sumaban 7 millones de personas de los más variados orígenes, secuestros, violaciones y abusos sexuales, ejecuciones, desplazamiento territorial forzado y otras. Esto proyectaba sus efectos a casi todas las familias del país.

5. A esto se agregó desde los 80´s el surgimiento y la internacionalización del narcotráfico, que, con Pablo Escobar, le otorgó a Colombia el liderazgo de este flagelo en el mundo.
6. A contar de 1998 se sumó a lo anterior el permanente conflicto con el régimen bolivariano de Hugo Chávez que tuvo en varias ocasiones a ambos países al borde de una guerra.

A esas alturas al escenario político se sumó una nueva complejidad, la aparición de un presidente con buen manejo comunicacional que supo maquillar posturas de extrema derecha, combinando modos amables y una apariencia atractiva, con posturas radicales que atizaron las acciones de los dos grupos guerrilleros –las FARC y el ELN– que consolidaron la ocupación de importantes territorios en el país.
Los hitos políticos recientes son conocidos: A contar de 2012, tras 5 años de negociación internacional de la paz realizados en la Habana, donde Chile fue uno de los 4 países que cooperaron a su avance como observadores y garantes, se llegó a establecer un acuerdo internacional de 310 páginas, considerado el más completo en la historia de esos conflictos. Este, concluido en octubre de 2016 fue sorpresivamente rechazado por unos miles de votos en un plebiscito efectuado poco después, lo que obligó a renegociar su texto, debilitando las cláusulas y procedimientos del acuerdo original y llevando luego a la paralización del posible entendimiento con el ELN.

El Gobierno que siguió al de Santos, fue ganado por el representaste del Uribismo, que estableció un partido con un nombre ajeno a su esencia, ironía que es muy frecuente en las políticas extremistas. Este se denominó Centro Democrático, llevando a la presidencia a Iván Duque, un dirigente con buena experiencia internacional, pero con muy poco conocimiento de la realidad de su país. Su gestión coincidió con la de Jair Bolsonaro en Brasil, configurando los dos primeros gobiernos de derecha radical en América Latina. Ambos muy cercanos en su inspiración al modelo de Donald Trump.

Al igual que en el caso brasileño, el deterioro de la administración Duque ha sido asombroso, a un punto que su candidato figura en el quinto lugar en las encuestas y que en las elecciones parlamentarias de marzo obtuvieron solo 15 de 165 miembros de la Cámara de Representantes. A escasos días de estos comicios las últimas encuestas serias le entregan un 40% de respaldo al candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá y senador por dos periodos, frente al 22% de Federico “Fico” Gutiérrez, el principal postulante de la derecha, al 16% de Rodolfo Hernández, también conservador, quedando bastante atrás, con un 7%, Sergio Fajardo, ex alcalde de Medellín, de la coalición Centro Esperanza.

Un punto adicional importante es que Petro logró también incluir como candidata a vicepresidenta a una de las figuras emergentes y más populares del país, Francia Márquez, afroamericana, ambientalista y feminista, que cumplió un rol sobresaliente en la campaña parlamentaria. El programa de gobierno de la fórmula Petro-Márquez, cuenta con un programa de sólido y bien elaborado, que por primera vez también, le otorga ventajas al candidato progresista frente a sus rivales, perfilando los rasgos de una Nueva Colombia capaz de restablecer la paz y poner en marcha una estrategia de desarrollo que aproveche sus numerosos recursos naturales y la capacidad de trabajo de su población que ha crecido a un ritmo vertiginoso -51.8 millones-, arrebatándole a Argentina su histórica tercera posición demográfica en América Latina (dado que su población actual es de 45.9 millones).
Para concluir esta síntesis habría que decir que todo indica que Gustavo Petro y Federico “Fico” Gutiérrez disputaran la presidencia en una segunda vuelta. Pero ahí también los estudios indican que Petro podría consolidar una victoria que representaría el cambio más importante en la correlación estratégica de fuerzas en América del Sur.
Cuesta imaginarse una Colombia sin un gobierno conservador, pero es tal vez más difícil imaginarla con un gobierno progresista. Esta sería otra América Latina.