Partido Comunista revalida apoyo al gobierno y al presidente. Después de la cuenta, sube el Apruebo y la percepción positiva de un presidente “progresista apasionado” (según el primer ministro de Canadá). El fracaso o éxito en estos dos frentes de una trama indisolublemente unida, no se juega en el campo comunista (como ya se advirtió), ni menos en lo que pueda hacer de forma desesperada la derecha conservadora y ultra, si no en las debilidades de la propia izquierda tradicional de centro, hoy neoconservadora. En una izquierda líquida y débil con áreas de descomposición.
El historiador marxista Éric J. Hobsbawm, muerto el 2012, habló a comienzos del siglo XXI, de la presencia de una “nueva izquierda a partir de los años 70”, sin el fuerte respaldo de un “sólido bloque de la izquierda social y obrera”, ni de “sus fuertes bases electorales”, ni de la presencia de un proyecto único.

Advirtió que el ecologismo “verde”, y el movimiento de las mujeres, (feminismo actual), lo que llama “continuum de izquierda”, sólo tienen un vínculo laxo con fundamentos ideológicos, salvo que sean capaces de generar y ser representados por fuertes movimientos sociopolíticos. Hoy habría que agregar a esta realidad, los movimientos de deriva identitaria, junto a los de reivindicación y derechos de los pueblos originarios también centrados en la identidad.
“El movimiento de las mujeres es el más importante, porque en teoría dispone de una base amplísima. Pero su programa es muy limitado, incluso desde el punto de vista de las propias mujeres. Los ecologistas también.”. Lo mismo podría aplicarse a los movimientos identitarios en general.
Pero donde radicaría el núcleo común de debilidad y degradación fragmentaria ideológica de la izquierda, sería en la (y su) penetración por la sociedad de consumo actual. Sociedad “caracterizada por la identificación de la libertad con la opción individual, sin miramiento por las consecuencias sociales”.
“Ninguna izquierda puede reconocer el mercado como sociedad ideal (…) Reconozcamos que el mercado es un elemento esencial de la economía, y tal vez decisivo en la creación de riqueza, pero no podemos aceptar una sociedad de mercado”.
¿Libertad individual con emancipación colectiva?

Según el autor, esto ya no es posible: “La privatización condiciona el sentido común de la gente, y esto golpea duramente a la izquierda, que lucha por objetivos colectivos, que persigue la justicia social (…) Asistimos a una corrupción específica de los valores de izquierda, un fenómeno generado por los egoísmos (e intereses) privados”.
Es fácilmente reconocible todo lo que se menciona en este breve análisis y su impacto en el mundo de nuestras izquierdas tradicionales, actuales antiguas y nuevas, (considerando a la DC, como un partido que es esencialmente de izquierda (cristiana).
El historiador, frente a este “problema grave y generalizado”, nos recuerda certeramente que lo que permite a la izquierda real “actuar en forma colectiva, es lo mismo que hace posible una política democrática “tout court” (a secas).
Desde este punto de vista, las verdaderas fuerzas de izquierdas, democráticas, y de derechos sociales, solo tendrán éxito en transformar la sociedad de mercado y “mantener la política democrática” (…), organizando a la gente y haciendo que actúe colectivamente”, tarea cada vez más urgente y difícil.
Colaboró Eric J. Hobsbawam: “Entrevista sobre el siglo XX”