A través de varios episodios electorales que hemos debido sufrir (o gozar) en estas últimas temporadas de inviernos y veranos, hemos también aprendido, por la vía de la experiencia directa, una sola cosa: que las encuestas no han cumplido con sus vaticinios porcentuales. Esta circunstancia, que resulta ser una verdad indesmentible, aunque no la queramos ver, es también parte de la historia. Siempre es igual. La falsedad y el maniqueísmo son inalterables.
En todo caso, el Absurdo sigue reinando. Les seguimos creyendo a las encuestas. Y cuando este Absurdo es el que determina las verdades ocasionales antojadizamente, debiéramos seriamente revisarnos en nuestra cordura y sensatez ciudadana.
¿Por qué?
Porque si lo pensamos bien las encuestas continuarán, al menos noticiosamente y de manera arrolladora principalmente en los medios, liderando la información respecto de las eventuales preferencias del electorado. Y, como las encuestas son tan cambiantes e interesadas, resulta que seguiremos informándonos de la actualidad, en este caso política, con verdades que sencillamente no existen como tales.
Si eso no es locura, cerca anda.
Comprenderán, obviamente, que me refiero a esto del Apruebo o el Rechazo en la próxima decisión respecto del trabajo, bastante arduo, efectuado por los convencionales constituyentes. A lo que quería llegar es a que el resultado de la próxima votación en los primeros días de septiembre ya acercándonos a la primavera, estación que cambia los ánimos y la naturaleza florece, se alineará con el sentido que la lógica siempre indica. Ese día los electores no votarán por un alcalde, un diputado o un senador, que harto desprestigiados están. Ni siquiera lo harán por un presidente de la República, lo que siempre finalmente constituye, dicho sea de paso, un legítimo orgullo democrático al que volvimos a acostumbrarnos luego de la dictadura.
Sí. Esta oportunidad será diferente, porque se trata de una nueva Constitución, no una mera elección más. Desde hace muchas décadas, no ocurría que la apasionada sangre patriótica que todos llevamos dentro deba funcionar en las urnas pensando en el largo porvenir de nuestro orden social y no únicamente en la corta representatividad de tantos congresistas por un corto período.
Próximamente llegará el día y será hermoso. Se estará decidiendo nada menos que el largo futuro de la Patria. “Nadie es la Patria”, es el título de uno de los libros de mi amigo, el escritor Enrique Lafourcade. Sí, nadie individual es la Patria. La Patria somos todos. Será, en aproximadamente siete semanas más, el turno para que el aparentemente apagado clamor popular, siempre callado pero despierto, se manifieste animosamente en las urnas y mi impresión es que se mostrará la justa emoción de estar decidiendo una nueva Carta Fundamental. Debe comprenderse bien, será la gran oportunidad histórica de cada uno y cada una de sumarse para que se abra el camino del largo destino del país, ni más ni menos.
De esta manera, daremos otro ejemplo de civismo pero esta vez, además de con un lápiz en la mano, será también con el corazón bien puesto porque estaremos hablando en serio. Primera vez en muchas décadas. Aunque algunos no lo consideren así, pero eso es problema de ellos.

Cada ciudadano, un voto. En la única encuesta que considero creíble es la del próximo septiembre, mes de la Patria. Desde las alturas ariqueñas hasta los hielos antárticos. Desde los campos agrícolas hasta las arenas atacameñas, tarapaqueñas. Desde los vecinos de los más pequeños villorrios hasta los habitantes de las grandes ciudades. Los y las personas que habitualmente no tienen voz y no figuran en las encuestas. Pero tienen voto. Todos hacia una sola meta, no eligiendo personas sino que, nada menos, la base de la organización vital de nuestro territorio y su gente. Nosotros todos. Necesitamos y deseamos que a Chile le vaya bien porque entonces nos irá bien a todos en la vida nuestra y en la de los nuestros que vendrán.
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Grande Federico. Saludos. Tu pluma es insuperable.