El presidente Joe Biden encara con la crisis migratoria el dilema entre la ley las conveniencias políticas. Cuando apenas logró en el Congreso la aprobación de un estímulo de 1,9 billones de dólares para una economía vapuleada por la pandemia de la covid-19, el arribo incesante de miles de migrantes surge como escollo a sus mejores intenciones.
Durante cuatro años, el presidente Donald Trump resolvió, a su manera y contra la ley, el problema de las oleadas estacionales de migración y pedidos de asilo: la detención de cientos de miles de indocumentados hasta su deportación, y el envío a México y América Central de quienes hubiesen cruzado la frontera para solicitar asilo.
A ello se sumaron los recortes de personal y recursos en los tribunales de migración, y la reducción de actividades en esos mismos tribunales debido a la pandemia para crear una pila de 1,3 millones de trámites a la espera de adjudicación.
El problema de la inmigración en Estados Unidos puede resumirse con una fórmula sencilla: éste es el país adonde quieren venir migrantes de todo el mundo, y es también un país que no ha tenido una actualización de sus leyes migratorias desde mediados de la década de 1990.
Con presidentes republicanos o demócratas, con mayorías demócratas o republicanas en el Congreso, la presencia de millones de indocumentados –ahora son unos 11 millones – y el arribo de nuevas generaciones de migrantes han continuado en un status quo irresoluto porque, básicamente, así funcionan la economía y la demografía.
Sectores importantes de la economía, como la construcción, la agricultura y ganadería, los hoteles, el mantenimiento de predios y edificios, la limpieza y los restaurantes operan en buena medida con la mano de obra barata de trabajadores indocumentados.
El mismo expresidente Trump, que tanto ha dicho contra los inmigrantes, como empresario ha sido enemigo del E-Verify, un mecanismo creado durante la presidencia del demócrata Bill Clinton, que permite que los empleadores verifiquen la elegibilidad de quienes buscan trabajo para obtenerlo legalmente en Estados Unidos.
Paralelo con el crecimiento económico, la economía de mercado necesita un crecimiento constante de la población, y en las últimas décadas una porción importante del aumento y rejuvenecimiento de la población –los consumidores, pues- ha salido de los úteros migrantes.
Ahora, la inercia que ha desmadejado todos los intentos legislativos por una reforma integral del sistema migratorio se enredó con las promesas que los demócratas han hecho, y que la “izquierda” demanda para un cambio radical en ese sistema.
Ley

Con decretos y anuncios de políticas desde su investidura el 20 de enero, Biden ha emprendido una senda con dos tramos: el retorno a la aplicación de las leyes vigentes, y una visión idealista de la “nación de inmigrantes”.
La aplicación de las leyes estadounidenses de asilo y de las convenciones internacionales sobre asilo de las cuales Estados Unidos es signatario, requiere una solución para decenas de miles de migrantes que ya tienen un papel con fecha para una audiencia ante un tribunal que adjudique sus pedidos de asilo, pero están acampados en México.
La aplicación de las leyes estadounidenses sobre la detención de menores de edad requiere que estos no permanezcan bajo custodia de la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP, en inglés), más de 72 horas. Por ley, estos menores han de ser transferidos al cuidado de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR) del Departamento de Salud, que debe encargarse de darles albergue en sitios apropiados para su edad y necesidades. Pero, a su vez, ORR tiene capacidad limitada para alojar a cientos, miles de niños, y debe recurrir a contratos con albergues en cada estado.
Como esto tiene su proceso burocrático ya tenemos a la “derecha” clamando que Biden hace lo mismo que hizo Trump – la detención prolongada de menores de edad- y la “izquierda” chillando que los demócratas no cumplen sus promesas.
Y mientras todo esto cursa, CBP informa que la cifra de detención de indocumentados en la frontera durante febrero fue un 20 % más alta que en enero y un 173 % más alta que en febrero de 2020. (La comparación con el mismo mes del año anterior es relevante porque el movimiento de migrantes es estacional y aumenta al terminar el invierno del hemisferio norte). La cifra de grupos familiares detenidos en febrero fue un 164 % más alta que en el mes anterior.
Política

Ni breves ni ociosos, los republicanos que callaron cuando Trump violó las leyes –y secuestró casi 5.000 menores separándolos a la fuerza de sus familias – ahora enganchan el incremento de migrantes en la frontera con las otras necesidades que encaran los estadounidenses debido a la pandemia.
Poco importa que cuando Trump estaba en la Casa Blanca esos mismos republicanos jugaron a sordos y ciegos al creciente desempleo, las altas tasas de contagio de covid-19, el medio millón de muertos.
Coherentes con su política de la última década y media, los republicanos han optado por una oposición total a cualquier cosa que haga o intente hacer Biden, y así el paquete de estímulo económico salió del Congreso para la firma del presidente sin el voto de un solo republicano.
Frente a esta oposición inflexible, Biden necesita todo el respaldo que pueda tener y que justifique los 80ymás millones de votos que recibió en noviembre.
Y esto significa compromisos, acuerdos con diferentes sectores, apoyo de distintos segmentos del electorado, algo que la “izquierda” en su impaciencia amenaza cada vez más.
Tal como corresponde, en esto los inmigrantes indocumentados, que no votan, son sólo pelota que todos patean.
La “izquierda” quiere todo el pastel en un solo plato: legalización y ciudadanía para 11 millones de indocumentados, legalización y ciudadanía para unos 800.000 beneficiados del programa de deportación diferida que data de la era de Obama (si se suman sus familiares, esto representa casi 2 millones de personas), una extensión del estatus de protección temporaria para unas 400.000 personas (que si luego traen sus familias podrían sumar 2,3 millones), y el asilo para cuanto migrante se presente en la frontera y lo solicite.