De Chile se dice que es un país cristiano sumando las poblaciones de las diferentes denominaciones: católicos, protestantes, evangélicos, etc. Sumados al judaísmo, nos encontramos con una proporción importante aún de la población que se regiría éticamente por los 10 Mandamientos.
El octavo de estos mandamientos dice “No levantar falso testimonio ni mentir”, de lo cual podríamos entender que quienes se declaran cristianos o judíos, son personas que respetan este mandamiento y en sus conductas son personas veraces y confiables.
Sin embargo, en lo que ataña a la vida pública, estamos enfrentando un fenómeno que se masifica día a día: las llamadas “feak news” o noticias falsas. Lo perverso de esta verdadera línea de trabajo en el campo de la información pública, es que los desmentidos nunca aparecen y las falsas noticias, vulgarmente mentiras, quedan instaladas en la mente de muchísimas personas y operan como base de sus opiniones y modelan sus decisiones.

Desde cualquier punto de vista, la mentira tiene el poder de destruir moral y materialmente a las personas e instituciones, con consecuencias que pueden ser irreparables. La mentira es faltar a la verdad o presentarla de manera tal, que ésta es completamente tergiversada.

La mentira sostenida y recurrente, entra a formar parte de las prácticas sociales: en la política, en el mundo empresarial, en la banca, en los partidos políticos, etc. Y así, se va socavando la integridad de una sociedad completa. ¿Quién tiene hoy día el tiempo y los medios para hacer seguimiento a una noticia y verificar su verdad o falsedad?
¿Con qué fin o a qué intereses obedecen estas falsas noticias que inundan nuestras redes y medios de comunicación?
El Octavo Mandamiento está tapado por una montaña de “fakes news” y no he escuchado a las altas autoridades de ningún credo pronunciarse al respecto, tampoco las altas instituciones académicas, de educación, de Filosofía, en fin: Nadie. Presumo que puede haber sido abolido o reemplazado por algún otro enunciado que incluya el “si bien es cierto que A, no es menos cierto que B”, con lo cual nunca se sabe si es A o B la verdad que se quiere afirmar.
¿Cómo se puede dialogar en este marco? ¿Qué puedo creer? ¿A quién le puedo creer? ¿Ya no es tan grave mentir? ¿Dejó de formar parte importante de la ética y la decencia decir la verdad?

La canción de estos tiempos, la creó Buddy Richard hace unos cuantos años, pero hoy nos viene como anillo al dedo: “…mentira, tu vida siempre ha sido una mentira, una piadosa pero cruel mentira…”, les dejo el link con que pueden acompañar la lectura de estas notas: